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Editado por: LES. Oscar Calix Rdz. |
Los cambios educativos parten de la necesidad de tener verdaderos educadores que vayan más allá de la transmisión de información, es decir, que guíen el aprendizaje de los estudiantes, para ello se requiere de una persona con cualidades personales y profesionales específicas.
En esta redacción se pone en contexto las aportaciones de algunos investigadores en el ámbito educativo respecto a las competencias personales y profesionales que debe poseer el docente, el guía, o el facilitador encargado de la formación de los educandos del nuevo milenio.
Primero debemos iniciar con la cualidad personal;
estas son las características distintivas de cada ser humano, en la tarea de
realización es indispensable buscar herramientas que inviten al crecimiento,
como lo menciona Segura Bazán (2005), las experiencias que ayudan a crecer
radican en la aceptación, en la confianza, la autoestima y los retos a los que se enfrentan los estudiantes; en contra parte, si logramos evitar la ignorancia, el egoísmo y la indecisión, coadyuvaremos a no limitar su desarrollo personal.
Sin duda alguna, el autor citado anteriormente
muestra un claro panorama del control racional que debe poseer un profesional
de la educación, en virtud, que su desenvolvimiento dentro del aula es de vital
relevancia para lograr la motivación de los actores principales del
contexto escolar, y que estos, tengan la capacidad de actuar en base a sus
sentidos y no de manera impulsiva; en sí, al vislumbrar al educador del siglo
XXI, se debe tener presente que su bagaje permitirá afrontar los retos y las
adversidades que conlleva su profesión, sin demeritar, las nuevas vertientes
educativas del mundo postmodernista.
Consecuentemente, el docente del nuevo milenio, se
materializa en un profesional de la enseñanza con un sentido holista, que
muestra su capacidad y amplitud de pensamiento, que se caracteriza por su
rectitud y su ética, funge como un modelo en valores que irradia la
seguridad en sí mismo, y que garantiza resultados positivos a la institución
educativa donde desempeña sus funciones. Lo anterior, solo puede
lograrse si el maestro desarrolla sus competencias personales, las cuales, son
especificadas en el siguiente cuadro de datos:
Competencia personal
del docente:
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Especificación:
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Autoestima.
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Es la imagen que tiene el docente de sí mismo.
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Ética.
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El docente debe actuar sin ocasionar daño a los
demás y sin obtener un beneficio personal.
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Entusiasmo.
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La participación activa permitirá evitar la
monotonía en la vida laboral del profesor.
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Metas claras.
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El profesor debe diseñar un plan de acción bien
estructurado.
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Tenacidad.
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La firmeza en la toma de decisiones, hasta lograr
los resultados esperados, es vital en la labor docente.
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Innovación.
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El profesor debe buscar nuevos recursos más
creativos e interactivos para propiciar la participación activa de los
estudiantes.
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FUENTE:
Competencias personales del docente. Maritza Segura Bazán. (2005)
Considerando lo anterior, desde mi perspectiva, como
docentes no podemos formar parte integral del nuevo enfoque educativo basado en
competencias, sin antes, desarrollar las competencias personales que delimitan
nuestra participación en el proceso de formación de las nuevas generaciones,
debemos recordar, que los profesores somos modelos capaces de influir en los
patrones conductuales de los educandos.
Ahora bien, imaginemos un escenario ideal en
donde el profesorado haya desarrollado sus competencias personales, entonces,
podemos establecer que es apto para guiar el proceso de aprendizaje de los
jóvenes, sin embargo, tenemos una asignatura pendiente… las competencias
profesionales.
Las competencias profesionales docentes, de
acuerdo a Monereo (s.f.) se describen como “el conjunto de estrategias
y conocimientos que pueden permitir a un docente afrontar con éxito los
problemas, conflictos y dificultades que de forma más habitual se le presentan
en su ejercicio profesional”.
Sin lugar a duda, para que el profesional de la educación pueda establecer su
vector estratégico que subsane los conflictos que emanan en su práctica docente
tal y como lo menciona Monereo (ya citado); como punto de partida, es
indispensable que pueda cumplir con el mínimo de cinco competencias básicas:
- Organizar y estructurar su curso.
- Presentar
de forma clara, coherente y congruente la información.
- Mantener
una excelente relación interpersonal con los estudiantes.
- Proporcionar
tutorías para guiar el aprendizaje de los alumnos.
- Establecer un sistema de evaluación integral.
Una vez ya desarrolladas estas competencias
profesionales básicas, ¿percibimos al maestro con un perfil idóneo que lo exime
de las exigencias que hoy día le demanda la sociedad?, todavía no podemos
responder a este cuestionamiento puesto que varios investigadores se han
manifestado respecto a la postura de un profesorado con rubros más específicos;
tal es el caso de Zabalza (2003), el cual, percibe la necesidad de contar
con diez competencias profesionales (ver el
video Profesor Competente de Miguel Ángel Zabalza) que se pueden considerar, sin exorbitar, y de manera
analógica, como el centro del universo .
El autor citado anteriormente y que se visualiza en el video presentado, también considera que si un docente ya cuenta con las cinco competencias básicas, entonces puede ir en la búsqueda de la excelencia en la enseñanza reforzando la reflexión respecto a su propia práctica docente; ser innovador, es decir, desarrollar una diversidad de actividades, estrategias o metodologías; ser capaz de trabajar con el diseño de nuevos planes y diseñar sus cursos. Por ello, a continuación se delimitan las competencias profesionales que propone:
- Planificar el proceso de enseñanza-aprendizaje.
- Seleccionar y preparar los contenidos disciplinares.
- Ofrecer información y explicaciones comprensibles y bien organizadas (competencia comunicativa).
- Manejo de las nuevas tecnologías.
- Diseñar la metodología y organizar las actividades.
- Comunicarse y relacionarse con los alumnos.
- Tutorizar.
- Evaluar.
- Reflexionar e investigar sobre la enseñanza.
- Identificarse con la institución y trabajar en equipo.
Por otra parte, Perrenoud (2004) también hace pública su postura aludiendo a que un profesional de la educación dirige una situación de forma global, pero solo moviliza ciertas competencias específicas, las cuales, son independientes de algunas otras, a fin de solventar un problema que se le presente en su práctica profesional; por tal motivo, visualiza la innegable realidad de imbuir en el profesorado las diez competencias profesionales que sugiere y que propiciarán elevar la calidad educativa.
El Doctor, hace una selección de competencias consideradas prioritarias porque son coherentes con el nuevo rol de los docentes, con su formación continua, con las reformas de la formación inicial y los objetivos de las políticas educativas, aquí, se describen estas:
- Organizar y animar situaciones de aprendizaje.
- Gestionar la progresión de los aprendizajes.
- Elaborar y hacer evolucionar dispositivos de atención a la diversidad.
- Implicar a los alumnos en su aprendizaje.
- Trabajar en equipo.
- Participar en la gestión de la escuela.
- Informar e implicar a los padres.
- Utilizar las TIC´S.
- Afrontar los deberes y dilemas éticos de la profesión.
- Organizar la propia formación continua.
Este orden de ideas, permite concluir claramente que la educación debe ser integral, tomando como punto de referencia la personalidad del docente, la cual, es determinante por su riqueza en valores, principios y habilidades que van a delimitar una inflexión en la percepción del mundo globalizado y en los patrones de conducta de los estudiantes; por ende, el proceso de aprendizaje debe ser guiado por personas con un alto sentido humanista, a fin, de que los jóvenes se conviertan en adultos comprensibles, tolerantes y democráticos que edifiquen una sociedad del conocimiento con las mismas características.
Sin embargo, para generar estas inflexiones en las instituciones educativas, se requiere de un profesional de la educación que genere una práctica educativa basada en el diseño de su propio curso, seleccionando los contenidos que considere indispensables por aprender para sus estudiantes; capaz de involucrar a los educandos en actividades que conlleven al trabajo colaborativo, al desarrollo de proyectos, a la aplicación de resolución de problemas; a propiciar el respeto a la interculturalidad y la equidad de genero; y muy importante, el manejo de las TIC´S.
Otro aspecto indispensable que no debe quedar de lado, es la evaluación, porque es el medio que permitirá determinar el avance en cuestiones de competencias en los alumnos; esta herramienta, tiene que diseñarse con una orientación cualitativa enfocada a la movilización de saberes. Finalmente, el trabajo colectivo entre docentes con fines educativos como institucionales, es el elemento central de un nuevo del paradigma educativo.
REFERENCIAS:
Perrenoud, P. (2004). Diez nuevas competencias para enseñar. Biblioteca para la actualización del maestro. SEP. Editorial Graó. México. 2004.
Segura Bazán, M. (2005). Competencias personales docentes. Revista de Ciencias de la Educación. Vol. 2. Núm. 26. Valencia. Julio-Diciembre. 2005. pp 171-190